Al conectarse en la videollamada, la voz de Rocío se tapaba con conversaciones en inglés y, en ocasiones, con las sirenas de las ambulancias. Pidió disculpas porque en las calles de Nueva York “nunca hay silencio”. Rocío es diseñadora y actualmente se encuentra trabajando como directora creativa de la marca Furzai. Hace apenas dos años creó Kokyo, una divertida propuesta de carteras. ¡Y ya es un secreto a voces!
Rocío Ortiz de Latierro es diseñadora de indumentaria de la Universidad de Buenos Aires, se inició en Chocolate con una pasantía, luego en Ayres como diseñadora y finalmente en Trosman como jefa de producto. Durante el 2018 se unió con Carmen Alen (también diseñadora) para crear Romen Carcio, una marca creada para el mercado internacional.
Kokyo surgió durante el aislamiento como resultado de la posibilidad de frenar. “Me acuerdo de estar en casa y ponerme a dibujar círculos con un plato. Son objetos de partidas simples, cotidianos, acompañados de la idea de cómo podemos llevarlos a un mundo más fantasioso”.
A la hora de diseñar, a Rocío le gusta anclarse en las morfologías, texturas, colores. Apunta a encontrar algo inesperado que vaya de la mano con la funcionalidad del producto. Trata de no seguir el calendario “tajante” de temporadas porque prefiere que la marca cuente su propia historia, sin correr. “Es una marca que juega un poco con los límites, con el lujo, con lo que te ponés todos los días. Me gusta que tenga algo sofisticado, pero súper usable y distinto, que veas una tela y que ese objeto de deseo se vea traducido en estos diseños”, expresó.
¿Cuál fue el punto de partida a la hora de comenzar a diseñar tu propia marca?
La cartera, el accesorio, tiene la fantasía de objeto de deseo más escultórico, tiene algo que siempre me divirtió mucho. Tanto el calzado como las carteras, siempre fueron algo que me gustó mucho diseñar. En las marcas en las que trabajé siempre tuvo un rol menos protagónico, pero es algo que me gustaba. Siempre me quedaban ideas en el tintero, sabía que había algo ahí que a su vez se asociaba con el lanzamiento de una marca más chica, me parecía que era un producto que podría abordar en paralelo a otro trabajo. Sentí que concentrarme en el monoproducto iba a darme esa riqueza de jugar dentro de estos objetos contenedores e ir viendo qué pasaba.
¿Cómo definís la estética de la marca?
Siento que cada cápsula que voy armando va teniendo sentido en su totalidad. Ahora lanzo unos colores nuevos y miro siempre que la composición del todo sea interesante, que siga contando el cuento de la marca. La primera fue mucho más anclada en los neones y los neutros, ahora en esta aparece mucho más fuerte el satén, el rosa pálido y el turquesa, al neón ahora no lo tengo tanto. A su vez, cuando lo hago convivir con los neones funciona. ¿Viste cuando le vas agregando capas y en vez de volverse un caos se va enriqueciendo? Es eso lo que trato que pase.
¿Qué materiales utilizás? ¿Cómo hacés la selección?
Uso materiales que voy encontrando en textiles que son en fin al diseño, pero sobre todo que le aporten algo particular. A veces repito el mismo diseño en otra tela y de repente te cuenta algo totalmente distinto o le habla a otro público. Trabajo con telas que están en stock en las textiles, como las sedas, algunas telas que son medio difíciles de encontrar; entonces hago la tirada que alcanza. Me parece que hay algo que está bueno de esas telas, que por ahí hay cinco metros entonces nadie las compra. Retransformarlas en algo valioso me parece que siempre suma y además poder encontrar estos lugarcitos que tienen telas especiales y diferenciadas. A veces uso telas más técnicas. Está siempre ese mundo entre el técnico, de un objeto ordinario del living de mi casa que podría ser una tela de campera o de una más sofisticada o noble. Me gusta cómo conviven esas situaciones.
¿Por qué elegiste el nombre Kokyo?
En realidad, el nombre es un apodo que me dice mi novio en broma algunas veces y de un Rocío derivó a un Kokyo. Yo estaba pensando en qué nombre usar y me parecía que también tenía algo de chistoso, que se deforma de su estructura original y representa algo nuevo. Siento que también acompañaba al producto. Me divertía que en esa faceta más lúdica que tiene en un punto la marca, que el nombre también perteneciera un poco a ese universo.
¿Cómo conformaste tu equipo de trabajo? ¿Contás con alguien que te haga la imagen de la marca?
Hoy mi equipo soy yo. En la diaria estoy sola pero el diseño gráfico lo hizo Elisa Smalinsky, que es una diseñadora gráfica muy amiga en la cual confío un montón. Martín Pisotti hizo las primeras fotos, con Joaco Díaz de estilista. Las últimas las hice con las hermanas Simes (Antonella y Aldana) que aportaron también otra cosa, entonces voy conectando por distintos lados y me parece que eso enriquece a las marcas, cuando las van atravesando otras miradas y el resultado de eso es la particularidad de esa estética.
Cuando armamos las primeras fotos, yo tenía una idea de hacer esas fotos carnet que ahora son parte del packaging. Tenía esta noción de registro, me gusta que haya una parte manual. Obviamente tuve las fotos digitales pero también las hicimos analógicas, me fui a un Kodak Express y las imprimí, las escanée y mientras lo hacía las movía para que haya un experimento en el medio. En el estilismo vino Joaco con propuestas y trabajamos con una camisa de aerosol que había hecho Bob de Tramando, entonces resignificamos esas prendas encontrándoles otro lenguaje. Las fotos son simples, con una locación sencilla, pero van con la estética un poco rota y desestructurada.
¿A quién apunta tu marca? ¿Quiénes suelen elegirla?
El público es bastante variado, a nivel de consumo claramente les gusta encontrar una marca distinta. Es un público curioso. Me parece que están buscando más allá de lo que está pasando. Me encontré siempre con lindas sorpresas, me ha pasado que me han escrito de otros países preguntando por las carteras, entonces uno también se va encontrando con el público. Obviamente hay una parte que imaginás en tu cabeza, lo tengo incorporado de mis otros laburos y mi formación, pero también vas descubriéndote en otras personas y cómo ellas hacen propias las carteras, como cada uno lo lookea dentro de su estilo o qué es lo que les llama la atención. En ese sentido hay algo que está bueno de cuando las empezás a ver en otros.
¿Cómo reciben los productos los clientes? ¿Alguna vez te cruzaste con una persona con un diseño tuyo? ¿Alguna vez alguien utilizó tus carteras en un look que no hubieras imaginado?
En general, el feedback es bueno. Hay algo que me encanta, cuando se la vienen a regalar a alguien. Me parece muy lindo que elijan esto para agasajar a otra persona. También me ha pasado la de ‘ay no, hoy en la oficina las tenían todas entonces yo también quería una’. Hay algo que se da ahí, se van enterando por otras personas o vuelven porque el diseño les funcionó y lo quieren en otro color. Me re pasa de ver las carteras y encontrármelas en otras personalidades que no son las que imaginé y ahí es donde se enriquece todo, es el momento más lindo donde decís ‘ay, mirá, se lo puso así’ o ‘qué lindo que esta persona haya elegido mi producto’.
¿Qué planes tenés a futuro? ¿Qué objetivos tenés en cuenta?
Hace poco hice un pop-up con Coti de Ferrens y con un vintage que se llama Negra Negra, hay algo de estos encuentros que me copa hacer y que me gustaría seguir haciéndolos. El primero que hice fue con Agostina Hidalgo en el estudio de un artista que se llama Pablo Stein. Es como ir encontrando en qué locación puede funcionar esto, que no sea un multimarca o un local. También me encantaría que el producto se pudiera exportar, que se pueda vender en otros países, de la mano de que me han contactado y he mandado carteras a otros lugares.
¿Los envíos a otros países son particulares o están sistematizados?
Es super particular y le voy encontrando la vuelta, pero está bueno. Es como una satisfacción acompañada de un poco de estrés, de qué manera lo mando y si llegará bien. Todo eso a lo que no estoy acostumbrada. Para mí es nuevo funciona y está bueno cuando recibís feedback de otros lugares.
Últimamente hiciste algunos viajes ¿estos influyen al diseñar?
Yo creo que todas las experiencias terminan siendo parte del resultado de lo que hacés, sea en Buenos Aires, Nueva York o en el lugar donde estés si te agarran predispuesto a armar cosas. Viajar es como estar en un momento medio utópico, de estar en un lugar diferente y nuevo, estimulada, yendo a muestras. Y eso recontra suma, pero sí, por esa experiencia de que viajar es estimulante, inmersivo, que te da la posibilidad de conectar con otras cosas, de pensar, de ver cosas nuevas más allá de la tendencia, como de ver ciudades diferentes.