El cuaderno de Chrissie #5

Un Recital: El Marcapiel: Homenaje a Luis Alberto Spinetta en el CC Konex

Casi todos los que me conocen saben de mi amor por Luis Alberto Spinetta. Siento una adoración intensísima y divina hacia él. Una suerte de conexión espiritual. Suena raro, ¿no? Pero Luis no era una persona común. Todos quienes lo trataron coinciden en esto. Personalmente tengo la suerte de conocer a algunas personas que lo conocieron. Cuando me fui a vivir sola, lo primero que hice fue pegar un poster de Spinetta para que protegiera mi casa. Muchos lo llaman “el maestro”. Yo además de maestro y guía lo siento como protector. Su existencia me reconforta y me da tranquilidad. Lo extraño sin haberlo conocido. Lo quiero y siento que él sabe cuánto.

Spinetta falleció en 2012 y actualmente cada 23 de enero -su cumpleaños- se celebra el día del músico. Este año se armó un recital homenaje en el CC Konex. El mismo fue organizado por el bajista Javier Malosetti y participaron muchos de los músicos que tocaron en sus diversas bandas. Yo nunca había visto a Spinetta en vivo y moría por ir. Pero las entradas se agotaron y yo no había sacado. Sin embargo, esa madrugada apareció una entrada para mí. Cuando suceden este tipo de mini milagro y se conceden deseos, siento que es porque estoy haciendo las cosas bien y/ o el universo está conspirando a mí favor.

Fui sola a la salida del trabajo. Hice como una hora de cola. Nunca había visto tanta cola afuera del Konex. Eran cuadras. Durante la espera, hable con las chicas que estaban detrás de mí y tomamos unas cervezas. Al entrar me quedé impresionada. El lugar estaba absolutamente colmado de gente. Hasta la escalera estaba repleta de personas.

Lo primero que hice fue ir a comprarme una cerveza y mientras lo estaba haciendo empezó “Cementerio Club” de Pescado Rabioso , una de mis canciones preferidas (¡aunque hay tantas!) A partir de ahí fue llorar, gritar, cantar y escabullirme entre la gente. Lo logré, logré teletransportarme delante de todo. En un momento, llena de emoción, grité “GRANDE JAVIER” y él respondió “¿Viste?” y el chico de al lado dijo “¡Te escuchó!” Si alguien me vio yo sé que me vieron lloriqueando y me da un poco de vergüenza, además quise sacarme una foto diosa pero tenía la cara toda hinchada y llorosa así que salí con papada y fea aún con las gafas puestas pero no importa: el recuerdo quedó igual. Y Luis me encantó cantarte el feliz cumpleaños. Con los chicos de al lado nos pusimos a cantar como en una fiesta infantil haciendo palmas, y después más gente se prendió. ¡¡¡Que los cumplas, Luisito!!! ¡¡¡Que los cumplas feliz!!!      


Una fotógrafa: Ana Harff

Eugenia
Conocí a Ana Harff (29, Río de Janeiro) en el trabajo. Uno de mis primeros recuerdos de ella fue en una actividad de integración del equipo donde, el coordinador pidió que contáramos alguna anécdota de un día que había sido especial para nosotros y ella contó de un viaje que había hecho con amigas a un festival de danza. No me sorprendió para nada. Ella es alta, tiene pelo largo, suele vestir polleras largas hasta el suelo y colores. Tiene tatuajes y piercings y aros con forma de alas. La percibí como una mujer fuerte y muy conectada con su femineidad, con el arte y con el planeta. No me equivoqué. Cuando supe que era fotógrafa obviamente quise ver su obra y quedé maravillada. Además de fotos de danza (así fue que empezó, haciendo fotos en eventos de danza) y retratos, hace desnudos y tiene un proyecto dedicado a esto llamado Proyecto Única.

Lo explica de la siguiente manera: “Puedo decir que el Proyecto Única siempre existió dentro mío. Como mujer, aún antes de aventurarme en el mundo de la fotografía, sentía una necesidad profunda de plasmar la singularidad de nuestros cuerpos, nuestras líneas multifacéticas. Nuestros cuerpos como seres, y no como objetos. El proyecto nació desde esa necesidad, de contar nuestras historias a través de la desnudez. Me han preguntado infinitas veces: “¿Pero es necesario que estas mujeres estén desnudas para contar sus historias?” Desde mi punto de vista, sí. Nuestros cuerpos, que casi nunca se permite que sean de nuestra propiedad, son contexto público, motivo de vergüenza, motivo por el cual tantas de nosotras han perdido vidas. Hay que mostrar al mundo las veces que sea necesario que el cuerpo de la mujer es su primer bien y que es suyo y de nadie más. Hay que aprender a respetarlo. El respeto como premisa básica, la desnudez como punto de partida. Estas son las historias que hay que contar. Es esencial para mí, no sólo como artista, sino como mujer, contar la historia de nuestros cuerpos. Hay una vitalidad muy importante en eso. ¿Por qué “Única”? Porque con el paso de los años aprendí que la singularidad es la forma más potente de belleza”. Su trabajo me gustó tanto que quise hacerle un par de preguntas.

¿Cómo es una sesión de fotos desnudo, cómo creás el ambiente donde la mujer se sienta cómoda delante tuyo y de la cámara? Yo siempre tuve una regla: 2 horas de conversación para 20 minutos de fotografía. El desnudo es un desafío para la mayoría de las mujeres, por eso intento establecer la mayor confianza posible antes de la sesión. En muchos casos, es la primera y única vez que las veré en mi vida, entonces aprovecho la oportunidad de conocerlas y viceversa. Creo que es importantísimo para lograr buenos resultados después, porque todo lo que uno siente se plasma en la fotografía. Si uno está incómodo, no hay foto que lo disfrace.

¿Qué podés capturar en una foto de una mujer vestida? Lo mismo que si estuviera desnuda. La mirada y el lenguaje corporal lo dicen todo. Es lo que hace una buena fotografía de retrato: ver a la persona retratada y sentir algo, independiente si está vestida o no.

En tu sitio más allá de las secciones de parejas o bandas, no veo hombres. ¿Preferís fotografiar mujeres? Nunca lo pensé como cuestión de preferencia. Tampoco digo que nunca lo voy a hacer, ¡me encantaría fotografiar hombres! Pero en principio, las mujeres son mi foco principal. Soy mujer, tengo las mismas inseguridades que la mayoría de las mujeres que retrato, las mismas fortalezas. La mujer me genera una conexión mucho más fuerte que el hombre. De momento, todo a lo que apunta mi trabajo como fotógrafa de retrato, siento que es algo transmitido solamente por mujeres. Probablemente en otro momento no sienta lo mismo, pero actualmente, sí, es lo que más me gusta trabajar.

¿Cómo sabés cuando una foto es buena? Pregunta difícil. Creo que no hay un criterio fijo para la buena fotografía. Más allá de lo técnico, personalmente una buena fotografía es la que te hace sentir algo, la que tiene la capacidad de hacerte parar por unos instantes a observar y entrar en tu propio mundo. La buena fotografía es siempre cambiante. Hay veces que de inmediato me encariño con algunas fotos mías y las pongo en mi bolsa de “favoritas”, hay otras que solo empiezo a apreciar con el paso del tiempo, porque el sentimiento cambia. Este concepto siempre va depender del sujeto en el cual observa la fotografía.

¿Qué proyectos tenés a futuro?  Siempre digo que mi futuro está en las próximas semanas. Nunca pienso mi vida en saltos de tiempos muy largos porque soy impaciente y trabajo mejor con objetivos a corto plazo. Por el momento, mis proyectos son aprender a perfeccionar mi técnica en la fotografía analógica cada vez más y aprender distintos procesos fotográficos antiguos. Probar, equivocarme, experimentar, experimentar y experimentar mil veces. Y si, en el medio del camino, algún día pueda vivir de ella 100%, sería algo increíble. Pero por el momento, mi foco principal es el aprendizaje.


Una película: Paris Is Burning

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Esta peli me cambió la vida. Es cierto que muchas cosas, personas bandas, eventos, etcétera me cambiaron la vida, pero bueno, esta es una de ellas. Es un documental. En este momento me gustan los documentales más que las películas, y creo que es coherente con mi persona ya que soy una gran fan de registrar la realidad.

Hace varios años que me interesa el mundo del drag, al que muchos consideramos una forma de arte. En español el término “ilusionista” puede usarse para denominar a los hombres que se visten de mujer. Pero es mucho más que ponerse un vestido y calzarse unos tacos. Eso se ve claramente en el reality “Rupaul’s Drag Race”, algo así como America’s Next Top Model pero con drag queens. Pienso hablar más de Rupaul en el futuro, pero ahora hablaré del docu, el cual me ayudó a entender muchas referencias que se tiran durante los episodios.

Ya llevaba vistas varias temporadas de Drag Race cuando mi amigo Diego aka Mora Furtado me invitó a su casa a ver documental, que me voló la cabeza por diversos motivos. En primer lugar, sentí un intensísimo deja-vu al ver los looks de las personas que allí aparecían. Eran los looks que me rodeaban durante mi infancia en Estados Unidos a fines de los años 80. Hombreras, pelos con permanente, anteojos enormes. Muchas siluetas y peinados que aparecen son los que tenían mis padres, mis hermanos (que me llevan 18 años), mis maestras en la escuela. Las personas que veía en la tele, en las revistas. Me resultaba más que familiar.

El docu retrata la escena de los balls en Nueva York a principios de los años 90. Los balls era como desfiles de modelos donde los participantes competían entre sí para ver quién tenía el look más logrado. El o la ganadora era coronado. Las pasadas correspondían a diferentes categorías. La mayoría de los concursantes eran chicos gay de minorías raciales, situaciones familiares difíciles, y bajísimos recursos, lo cual los obligaba a arreglárselas como podían para lucir fabulosos. Muchas veces ellos mismos fabricaban sus outfits. Algunos robaban prendas de marca – estamos hablando de jóvenes que en algunos casos dormían debajo de puentes y no tenían para comer.  

“In a ballroom, you can be anything you want”. Una de las frases que más me quedó de la película. Las personas que aparecen en Paris is Burning saben que, por su raza, clase social, y sexualidad, no pueden ser -por ejemplo- adinerados empresarios de Wall Street ni sus esposas. Sin embargo, si visten la misma ropa se parecen a ellos. En esto se ve la ironía y la injusticia de la sociedad.

La película me trasmitió la idea de que uno puede jugar a ser lo que quiera. No hace falta haber nacido dentro de la alta sociedad para sentirse una reina.


Una fiesta: Mostrafest

MOSTRAFEST PIXEra una gran cuenta pendiente ir a Mostrafest. Si bien he salido y salgo bastante, obviamente hay fiestas y lugares que no conozco, incluso consagrados. Hace años sigo a la Fanpage Pero qué mostra el luego dio lugar a la fiesta. Dicha página define “mostra” como “ALGO FEMENINO QUE IMPRESIONA”, e “impresionar” como “causar impresión o una alteración en el ánimo de una persona, generalmente fruto de una sensación intensa de admiración, sorpresa o miedo”. Los eventos son conducidos por Pablo Carayani Camará, transformista referente de carnaval del Entre Ríos. Hay drag queens, performers, bailarines, shows, a veces bandas, y siempre la presencia de alguna mostra o personaje destacado. Entre otros Viky Xipolitakis, La Tigresa del Oriente, Wendy Sulca, Ricky Maravilla, Oriana Junco, Lia Crucet. En la edición aniversario estuvo La One, la mismísima Moria Casán. Además, cada fiesta tiene una temática. Crucero, carnaval cabaret, etcétera.  

La cita era, como siempre, en Palermo Club. A metros de Plaza Italia. Tampoco conocía el lugar pero me gustó. No sé cómo describirlo. ¿Un gran antro? La palabra antro me suena a un lugar pequeño sin embargo Palermo Club es bastante grande. Los techos son altos y en ciertos sectores están espejados. La pista de baile es una sola. Hay tres barras, una a la entrada y dos al fondo. Y un gran escenario donde se realizan los shows. El lugar me da un feeling medio retro, medio ochentoso.

La música está a cargo de un equipo de DJs que va rotando, entre ellos Santi Desch, DJ Visera y Facundo Cachivache Generalmente mezclan pop, grandes éxitos, house y reggaetón entre otros. La noche que yo fui hubo mucho pop, algunos temas remixados y otros no. A mí por lo general me gustan más sin remixar. Mis momentos preferidos de fueron cuando sonaron “Bad girls” de MIA, “It’s raining men” (la versión de Geri Halliwell) y “Conga” de Gloria Estefan, una canción que justo andaba con muchísimas ganas de bailar. Estoy casi segura que esos temas sonaron de la mano de Santi Desch.

Cuando yo fui, la mostra elegida era Alejandra Pradón, y estaría presentando temas de su nuevo disco. Para mí también fue noticia que hacía música. Cuando supe que su show recién sería a las 4:30am, me desanimé un poco porque no sabía si aguantaría. Y ya que estaba ahí, quería verla. Así que decidí intentarlo. Bailé, di vueltas, me divertí viendo looks. La Carayani me pareció una diosa total. Al final sí aguanté hasta ver el show. Fueron un par de temas nomás y la verdad que no causaron grandes impresiones. Después posó para algunas fotos y partió. Al ratito partí detrás suyo, satisfecha. Me había quitado las ganas de bailar la Conga de Gloria Estefan y de conocer la Mostra. Me fui con intenciones de volver. Data: la entrada cuesta 150 pesos y hay barra libre de cerveza hasta las 2am. Hay que ir temprano porque se llena.


Un video: Malcolm McLaren, Deep In Vogue

Malcom McLaren fue pareja de Vivienne Westood (juntos tenían la boutique SEX en Chelsea, Londres) y manager de los Sex Pistols, entre otras cosas. Hace poco supe que también grabó temas propios. No sé cómo llegué a “Deep in vogue” pero me encantó apenas lo escuché. En las balls que muestra “Paris is burning” nació el voguing, un tipo de danza que inspiró el legendario track de Madonna del mismo nombre, y este de McLaren. Mientras desfilaban, los participantes imitaban los modelos de la revista Vogue en una especie de duelo de poses. Esto luego se transformó en un estilo de danza que sigue vigente y en constante evolución. La canción comienza declarando que es un tributo a todas las “Casas” de Nueva York. Porque en el mundo de las balls, al igual que en el mundo mágico de Harry Potter, hay Casas. Algunos de sus nombres son de diseñadores: Balenciaga, Saint Laurent. Willy Ninja quien aparece en este video pertenece a House of Ninja, conocida por sus pasos de baile habilidosos como los de un ninja. La verdad que podría quedarme todo el día viendo este video. Esos movimientos me resultan mágicos, hipnóticos, etéreos. La semana siguiente a ver “Paris is burning” me anoté en clases de danza. No aprendí a bailar así, pero ojalá algún día.


Una playlist: