El cuaderno de Chrissie #4

Cuatro datos para tener en cuenta, una entrevista y una nueva playlist. Poné play.


Un bar: ZORRA 

“Alto nombre” fue lo primero que pensé cuando uno de mis mejores amigos me contó que había abierto un bar a la vuelta de su casa. Me dió curiosidad y esperé que se presentara la oportunidad de ir en el futuro cercano. Semanas más tarde, un compañero de trabajo con el que había empezado a pegar buena onda me contó que festejaría su cumpleaños ahí. Él era habitué, conocía a los dueños y a los camareros porque habían trabajado juntos antes en otro local gastronómico. Pero esa noche yo no podía ir. Al poco tiempo vi que una DJ que me encanta, CECZ https://soundcloud.com/c_e_c_z, estaría pasando música ahí. A mi criterio, esto indicaba que algo interesante empezaba a suceder en el lugar y tuve más ganas aún de conocer. La noche que finalmente fui, lo primero que me llamó la atención fue el entorno. Tengo amigos que viven en esa zona de Almagro hace mucho, pero cuando empecé a ir solo había algunos lugares medio hipones detrás del Abasto como Le Troquet de Henry y La Vieja Guarida. Lugares tranquilos, sin pretensiones, para tomar cerveza o Fernet y comer pizza. Me simpatizaban, pero me resultaban todos medio parecidos entre sí, insulsos.  

Esta vez, caminando por Bulnes, tuve la impresión que el barrio se estaba poniendo de moda. De repente había barcitos por todos lados. Murales, lucecitas. Esquinas llenas de mesas. En toda una de esas esquinas, desde fines del año pasado está Zorra. Grandes letras iluminadas evitan que pase desapercibido, al igual que los destellos coloridos que salen de su interior y el equipo de camarerxs y bartenders, identificados por sus remeras que dicen… ZORRA.

La intención de los dueños era generar el lugar que le estaba faltando al barrio. Que uno pudiera encontrar lo que se atribuye a los bares de Palermo pero en Almagro. Yo pienso que lo lograron.

Zorra no se presenta como un bar gay sin embargo al abrir la carta vemos que el primer cóctel de la lista se llama “Queer” y viene seguido de otros tales como Yeguah, Caza Nocturna y Torta. Los diversos tragos de autor -ideados por la bartender Yamila Yaque- coexisten con los clásicos. También se puede picar algo: papas, nachos, tacos de bondiola, quesadillas. Podes sentarte adentro en la barra (una de mis cosas favoritas del lugar: es como una pecera llena de plantas), en mesas, sillones, o mesas afuera. Con respecto a la música, la vez que fui un jueves, me sorprendió que el tono y el volumen fueran tan “arriba”. De a ratos me sentí en Pacha a las 2 de la mañana. Rolando, el bartender icónico del lugar, bailaba alegremente mientras atendía las mesas. Esto me puso de buen humor. Esa noche solo reconocí dos temas, “Bizarre Love Triangle” de New Order y “Finally” de Cece Peniston (TEMAZO). En principio de jueves a sábados hay DJs que van rotando, ninguno es residente.

Yo pienso que Zorra logró su cometido de ser un lugar diferente en Almagro y que tiene un gran potencial de éxito. Si viviera más cerca, iría todo el tiempo. El trago más pedido: Squirt. Vodka, pulpa de maracuyá, jugo de naranja, jugo de pomelo, lima, syrup simple y menta.

Dato: Hay happy hour hasta las 20hs. Bonus: una playlist de CECZ que me encanta.


Una fiesta: SUDAN
Mi mini aproximación a la escena del trap y perreo.

Nunca terminé de entender qué era el trap, sabía que era bailable. No me decía nada a nivel emocional. Para que me guste algo, tiene que hacerme sentir cosas. Pero el trap nada. Me parecía más copado su nombre que el contenido. Lo veía como un género musical más propio de los adolescentes y jóvenes de 20 y pico. Tal vez también de personas del GBA. Una de mis compañeras de trabajo es DJ residente en un bar de Castelar y pasa mucho trap y hip hop entre otras cosas. Habla de “perrear”. Me dice “bebe” aunque le llevo más de 10 años. Cuando supe que tocaría en la fiesta SUDAN, en Niceto lado B, decidí ir a escucharla.

Debo decir que me llevé una grata sorpresa pues la noche excedió mis expectativas por completo. Fui “a ver qué onda”, a escuchar a mi compañera del trabajo, para hacer un programa diferente, para salir de mi zona de confort. Y estuvo buenísimo.

Hierro (mi compañera de trabajo que es @hierrosuave en Instagram) y la hermana, @xhedenx, abrían la noche en un back to back de 00 a 2hs. Hasta las 2hs también había un cóctel de Campari. Debo confesar que ya soy grande para que una propuesta como tal me entusiasme. Uno o dos Camparis está bien, pero después me empalago. sin embargo, además de Campari con naraja o tónica, se podía pedir Negroni. Eso ya es otra historia.

Tal como lo sospechaba, me encontré con un público mucho más joven. Creo que puedo aprender tanto de los más jóvenes como ellos pueden aprender de mí. Como dijo Aaliyah (rip): “Age aint nothing but a number”. Encontré el mood y el dresscode acorde que imaginaba: las chicas usan remeritas cortas que muestran sus abdómenes, shorcitos o pantalones holgados visiblemente cómodos, zapatillas. Exhiben y celebran sus cuerpos, con o sin curvas. Twerkean, perrean. Parece que incluso hay un género musical llamado perreo.

La gente que va a bailar trap y perrear va a bailar trap y perrear. Se viajan en la música y les gusta mover el cuerpo. Van a eso. En otras fiestas la gente se queda parada charlando, fumando, mirando a los demás, haciéndose la que no le importa nada. Acá es lo contrario: la onda es pasarla bien y que se note.

No sé si termine de entender qué era el trap, pero me animaría a decir que es una música bastante latina, algo así como una mezcla entre reggaetón con bases de electrónica, con un sonido urbano, digital, seductor y referencias al hip hop. Se baila al ritmo de sus beats percusivos con pasos sensuales, agachándose (es un re bien workout), por momentos más lento y por momentos más veloz.

Quiero mencionar que me encantó la decoración del lugar. Me sentía adentro de un gif de Tumblr. Formas geométricas hechas de luces de neón, palmeras, cortinas de papel plateado. Hubo una chica cuyo look me gustó y pedí sacarle una foto. Le pregunte su insta. Era @rigobertadeltesouro, a quien conocía de nombre hace años porque hace unas vinchas y unos collares hermosos con animalitos. Luego me enteré que ella también había hecho la escenografía del lugar.

El chico que siguió a mis amigas paso algunos temas que conocía, por ejemplo “Hot n fun” de NERD con Nelly Furtado o “Sweet dreams” de Eurythmics. Después estuvo Rorro Casas, ex Poxyclub, pasando música y cantando en vivo. Me gusta mucho lo que hace. Al día siguiente a mis amigos y a mí nos dolían las piernas: nos habíamos bailado todo. Yo me quedé contenta y con ganas de volver. 


By Ninja Rojo Veddette PicNicdeSirenas

Fotografía por Ninja Rojo

Un artista musical: Vedette

La primera vez que escuche “Voy a volar”, sentí eso que sentís cuando la música te llega, te pega. Para algunos es como escalofrío, para otros, vértigo. Un amigo decía que tal o cual tema “le hacía doler el esternón”. Para mí también es esas cosas, a veces por separado y a veces todo junto. Otras la canción se queda en mi mente, otras la escucho conocida. Tal vez esto sea porque manifiesta algo que yo ya siento, algo que tenía adentro pero no había podido expresar. Desde esa primera vez escucho el tema muy seguido, casi todos los días, y sigue produciéndome lo mismo. Desde entonces, el artista detrás de ella (Vedette) lanzó un EP de “postpop electromarica” llamado Plutón. Viajó a Chile donde formó lazos con drag queens de la movida santiagueña, y luego las invitó a Buenos Aires. Apareció en Showmatch bailando junto a un grupo selecto de drags. Hizo numerosos shows y apariciones públicas, varias de las cuales tuve la suerte de presenciar. Además, tuve la suerte encontrarme cara a cara y hacerle algunas preguntas.

¿Quién es Vedette? Es la concreción de mis fantasías (ríe). Siempre quise cantar. De niño cuando flasheaba y me veía cantando o en videoclips, era con una puesta muy femenina, un nivel de producción drag, aunque todavía no conocía el concepto. Siempre me atrajeron y gustaron más las cantantes mujeres que los cantantes varones.

¿Por ejemplo? La primera fue Annie Lennox. Kate Pierson y Cindy Wilson de B52. Madonna obviamente.  Después empecé con Shirley Manson y Garbage, Blondie, The Cardigans, Cranberries, The Pretenders. Siempre era una mujer. Empecé a escuchar Pretenders porque mi hermano estaba avergonzado de que yo escuchaba siempre las Spice y me regaló un grandes éxitos de Pretenders para que escuchara algo que él aprobaba. Estaba harto de que sea una marica.

¿Qué es drag? El drag siempre fue un hombre que se viste de mujer. Pero al menos como yo lo siento, ahora tiene otras reglas: es una forma de denuncia y de liberación. Presenta la idea de que no existe hombre o mujer pleno. Denuncia la existencia de una obligación, un mandato: estar de un lado o del otro. No hay consideración de los grises. Señala esta opresión, que no somos libres. Pero el drag logra liberar a través del género. Propone que se charlen las diferencias entre el sexo y el género y las nomenclaturas que hay en el medio. O no: también propone dejar de poner rótulos. Al final “drag” es un rotulo también.

¿Te identificas como drag o no? Creo que sí. A veces me cuesta un poco porque no me gusta rotularme, pero también es necesario porque uno tiene que comunicar. Es que a veces lo siento tan atado a simplemente vestirse de chica y hay tantas otras cosas. Sí, Vedette está dentro del drag. A la vez no definiría a Vedette como un artista drag. Creo que Vedette…es… Es Vedette.

¿Te costó arrancar? Sí. Me empecé a animar mucho más cuando vi que todos tenían el mismo miedo que yo. Pero hay que hacerlo. Eventualmente lo tenes que hacer. Desearlo no sirve. Hay que animarse al ridículo: en realidad es empoderador. Y hacerlo me dio valor. Vedette le dio valor a Francisco. A veces pienso “qué buena onda que salió esto”. Hay días que la detesto y la quiero matar.

¿Que sentís cuando sos Vedette? Me siento bastante impune. Con mucha más energía, mucho más atractivo. Es como una armadura también, es pesado. Duelen los pies por los tacos, duelen los ojos por los lentes de contacto, la pestañas. Es un compromiso. Sobre todo ahora en verano. Hace calor y la peluca te hace transpirar. Pero lo hacés, es divertido.

Hace poco bailaste en Showmatch. ¿Cómo surgió? (Risas) Fue otro momento de decir: hay que hacerlo. Las cosas, cuando te aterrorizan, hay que hacerlas. Yo tenía un deseo enorme, pero al mismo tiempo estaba en mi lugar de trabajo, de trava, y nadie entendía lo que estaba haciendo, casi nadie sabía. Yo soy ambientador de Showmatch y se dio que en el Ritmo Libre, Jey Mammón quería hacer una coreo con drags y nadie sabía al respecto. Alguien dijo “Fran es drag, llámalo a él”. Me ofrecí para ayudar, y terminaron teniéndome en cuenta para ingresar a la coreo.

¿Cómo fue la experiencia? Bailar en culo a nivel nacional me pareció la liberación más grande. Fue como cerrar una etapa en muchos niveles. Lo iba a ver toda mi familia. No es que yo lo ocultaba, pero ellos no preguntaban al respecto ni les interesaba entender.  También iba a verme toda la gente del laburo. Trabajo en un lugar súper machista y pensé que me bardearían y despreciarían, pero nada que ver. Fue divino, hubo buena onda de todos lados y mucha celebración.

¿Hacia dónde vas? A conquistar dimensiones paralelas. Tengo miles de planes. Desde el 27 de enero, todos los sábados, estoy en la conducción del ciclo Tongue Pop (la viewing party de Rupaul’s Drag Race) en Feliza. También me gustaría hacer videoclips de los 5 temas del EP. Empezar a trabajar para otro disco. Hacer teatro. Me gustaría tener la revista de Vedette. Con Denise Murz estamos armando un programa para YouTube. Sería como un Mirtha Legrand queer con entrevistas, bandas, temas de relevancia para la comunidad. Hablaríamos de todo un poco. Pero no queremos que sea solemne. La idea es que sea como una charla entre amigos.    

¿Hay algo que te gustaría agregar? Tengo un disco en Spotify, también disponible gratis en iTunes. Y que sí, son mis dientes reales.

A partir del 27 de enero, Vedette estará todos los sábados conduciendo ciclo Tongue Pop (la viewing party de Rupaul’s Drag Race) en Feliza. Allí, además de su carisma y sentido del humor, nos deleitará interpretando canciones propias y covers.  Encontrá a Vedette en Facebook, Instagram y Spotify.


un loooook

Un look: show de Vedette en Flux

“Sencillita”. “Lo primero que encontré”. Así me saludaron DJ Traviesa y otro amigo al verme llegar a Flux esa noche. Era verano pero estaba fresco. Había ido a Pop Hereje, el ciclo que organizan dos amigos en el bar. Iba a cantar Vedette. Me pareció motivo más que suficiente para lucir un outfit súper brilloso, festivo, llamativo. A veces juego a combinar las prendas más exageradas que tengo. De esas que -creo- en general se piensa deben usarse de a una. Por ejemplo: si vas a ponerte calzas chillonas, andá con un top discreto. Si tu remera tiene lentejuelas, usa algo tranqui abajo. A veces decido ignorar este tipo de concepto y la idea del “less is more” (“menos es más”). A veces cuando me miro digo “¿Es demasiado?” y la respuesta es “Sí” y no me importa. Esto fue una de esas noches. No se ve mucho en la foto pero tenía un top con lentejuelas plateadas. Encima de eso, una camisa de satén azul que en realidad es el pijama de una amiga. Y encima de eso, un gran pañuelo con animal print de leopardo. Abajo, calzas doradas. Y en los pies, zapatillas negras de Nike, las mismas que en ese momento usaba para ir al gimnasio. Muchas veces deseé poder salir de noche en zapatillas y esta fue una de las primeras veces que lo hice. ¡Qué comodidad! Lo recomiendo cien por ciento.


Un recital: Gorillaz en el festival BUE

“¿Da para ir a ver Gorillaz con una remera de Gorillaz?” pensé, mientras me arreglaba a velocidad de la luz. Era la tarde del sábado 16 de diciembre. El show estaba programado a las 22 pero debido al pronóstico de lluvia para esa noche, se había adelantado a las 19hs. Entonces de repente me tenía que apurar. Tengo tres remeras de Gorillaz. Compré la primera en la Galería Bond Street en el 2001, el año que los empecé a escuchar el año que lanzaron su primer disco. No podía creer que iba a verlos en vivo.

Cuando supe que la banda visitaría Buenos Aires por primera vez, me puse contenta. Pero a la vez suspiré al enterarme que el show sería en el marco del festival BUE en Tecnópolis. Dudé fuertemente si ir o no, aunque, ¿cómo no iba a ir? A último momento se alinearon los planetas: tuve la inmensa suerte de encontrar un ticket al precio de preventa y lugar en un auto para ir con una amiga. El plan era llegar para ver Gorillaz e irnos apenas terminara.

Tengo sentimientos encontrados con los festivales. Si bien soy ultra melómana, prefiero ver a los artistas solos. No es lo mismo ver a alguien en un festival que en un concierto propio. Varía la duración y el contenido del show. En un festival es más corto, no suele haber bis, y el setlist está pensado para agradar a las masas ya que en el público habrá muchas personas que fueron a ver a otros artistas.

Además de todo esto, me da fiaca. Generalmente los festivales son lejos de la ciudad. Uno pasa muchas horas parado a la intemperie, muchas veces padeciendo inclemencias climáticas. Hay gentío por todos lados, colas interminables para el baño, para comprar algo de comer/ tomar. La vuelta es una odisea, los colectivos van llenos, no se consigue taxi. Más de una vez he demorado unas tres horas en volver a casa luego de un festival. Por último: las entradas son carísimas. Pero al menos en este caso, valió cada centavo.

Si mal no recuerdo, llegamos justo para el comienzo. No sé cuánto duró el set pero se me hizo cortísimo y me pareció de una intensidad súper constante. Lo dieron todo en todo momento, y la emoción de la gente nunca decayó. Hicieron canciones de todos los discos. Mi primer desquicie fue con Rhinestone Eyes (una de mis preferidas). Tomorrow Comes Today, otra que amo, una con un feeling más triste, me llevó de vuelta a la secundaria.

Los discos de Gorillaz cuentan con invitados especiales y sus shows también. En este caso vinieron integrantes de De La Soul, Vince Staples en “Ascension” (otra canción que me volvió loca y no conocía, porque sinceramente no tenía muy escuchado el último LP). Otro momento remarcable fue “We Got the Power” con Jehnny Beth de Savages, quien se sacó tanto que terminó tirándose al público para hacer crowdsurfing (temí un poco por ella). Y cabe destacar el grupo de coristas negras (eran como 5) que acompañaban a la banda.

Damon Albarn mantuvo un perfil bajo. Si bien es el cerebro detrás del proyecto y sin él nada de esto sería posible, me quedé más con la presencia de sus invitados.  

Durante el bis, en un momento el cantante de De La Soul llamó al público al silencio haciendo “Shhh” para luego largar una carcajada que hizo temblar Tecnópolis, dando comienzo a “Feel Good Inc”. Para mí, el mejor punto del recital. Esos fueron mis momentos preferidos, pero el show de una banda con tantos hits, tantas canciones pegadizas y gustables (en su momento hasta mi mamá se compró un CD de “la banda de los dibujitos”) en su totalidad fue una bomba.  

Apenas terminó nos fuimos y empezó a llover torrencialmente. Fue la primera vez que fui a un festival solamente para ver una banda. Me fui más que feliz. Y ví varias personas más con remeras de Gorillaz.


Una playlist: