Complot: Quién quiero ser cuando sea joven

De adolescente a joven: cinco años, prendas varias, dos idiomas, estilos en transición y una marca, Complot. Una crónica de estilo a los 21 años por Delfina Antonacci, estudiante de Literatura inglesa en la Universidad Nacional de La Plata.


Hace poco me fue revelado un pequeño secreto: aparentemente, los humanos somos seres contradictorios. Información obvia para cualquier joven de veinte años ¿no? Bueno, no, no fue el caso. Y me habría ahorrado un par de problemitas si alguien me hubiera develado este secreto cuando entré en esa etapa de la vida que uno lo acosa la pregunta: ¿quién soy? Se me hizo tan necesario darle una respuesta que la escribí en un papel, le puse punto final y me prohibí contradecirla. Siguiendo esta línea de ansiosa brevedad respondí otras preguntas: ¿La carrera? Inglés ¿El hobby? Escribir ¿El estilo? Clásico y femenino: blanco, negro, rosa y ya.

Con esta nueva información en la mano, ahora hago un pequeño recorrido por mi placard y me doy cuenta que la contradicción siempre estuvo presente o al menos latente: cada tantas camisas blancas se infiltran transparencias, espaldas descubiertas y cueros negros. Y al mirar las etiquetas de las prendas que me acompañaron mi transición de adolescente a mujer, me sorprende que un gran número de ellas sobresalen y dadas vuelta dicen Complot.

Sin dudas, cuando una piensa en la marca que diseña Romina Levy Daniel, no es el estilo de Blair Waldorf lo que primero se le viene a la cabeza. Probablemente sea algo más cercano al estilo de la mayoría de los personajes interpretados por Kristen Stewart: rebelde en la calle, sexy en Balenciaga, moderna en Chanel. Contradictoria. Pero la realidad es que la oferta de Complot es mucho más ecléctica que la imagen que la identifica. Seguramente sea esta gama, sumada al combo precio-y-calidad, lo que le garantice a la casa un lugar preferencial en el placard de la mayoría de las jóvenes en plena transición.

2010: El nombre vestido con estilo

A los dieciséis años compré en Complot por primera vez. Otras veces había entrado, pero las tachas, el cuero y las estampas rockeras para ese entonces me eran indiferentes y siempre me había limitado a mirar. Seguramente acompañando a alguna amiga, o buscando un regalo, volví a pisar el cemento alisado de algún local. Y entonces la vi, ahí estaba colgada. Rosa pastel, cuello Peter Pan y botones en la espalda. Supe que era para mí. Hasta miré la etiqueta convencida que arriba del talle diría Remera Delfina. No la quería porque estaba de moda, la quería porque era la síntesis del estilo que yo quería que tenga mi nombre. Y así, con esa primera decisión consciente de estilo, empecé mi pequeña colección.

2011: Que comience el juego

Primeras vacaciones con amigas y una valija poco adecuada: demasiados trajes de baño que no conocieron la playa y escasos vestidos negros que se cansaron de ver el amanecer. Solución rápida y efectiva: Complot. Sorteando codazos en los percheros de liquidación, rescaté un par de prendas y marché al probador. Nada como un cocktail matinal preparado con calor, vestidos que no calzan como una había imaginado y un vestidor asfixiante para subir la aguja del mal humor. Hasta que, de repente, aparece el salvador: estampado vintage, seductor cierre frontal, breteles angostos, calce perfecto.

2012: Identidades efímeras

Seamos sinceras, todas acumulamos en el placard ciertas prendas cuasi prehistóricas que no podemos dejar ir. Algunas por su valor sentimental, otras, por la culpa de no haberlas usado más que una vez. Por la capacidad de la marca para procesar microtendencias, un gran número de estas últimas son de Complot. Por ejemplo, una blusa de gasa translúcida con estampa de estrellas blancas con la que alguna noche bailé sin parar, sintiéndome de lo más osada y que hoy rechazo sin pensarlo dos veces. Pero ¿no es eso justamente lo divertido de la moda? Con la moda la contradicción se vuelve un juego, y con algo tan banal como una remera de estrellas, de repente podemos suspender un rato la realidad y jugar a ser alguien más. La moda es un respiro, es un poco de humor. La moda nos permite explorarnos, probarnos y transformarnos.

2013: Debilidades

Al parecer tengo un pequeño don para encontrar los únicos diseños clásicos que de vez en cuando aparecen en Complot. Gracias a él, tengo menos ahorros de los que me gustaría y una hermosa colección de sweaters. Uno bien chunky, con ochos, crudo. Uno más sofisticado, negro, bordado con falsas perlas. Otro ceñido, mangas a la muñeca, bien Edie Sedgwick. Para una estudiante universitaria friolenta, con cierta inclinación por el atavío elegante, forman una colección ideal para vestir el día de clases. Incluso, uno de ellos oficia también de amuleto. Nunca dejará de sorprenderme el poder de la indumentaria para llenarnos de seguridad y este sweater es mi evidencia. Cualquier estudiante universitario necesita más de una vez una cuota extra de confianza; a mí es un sweater oversized el que me la administra cada vez que rindo un final. Es una pena, pero no creo que el pobre sobreviva otro invierno.

2015: Wishlist

Todavía no he hecho mi adquisición de la temporada en Complot, pero un par de nombres encabezan mi lista de deseos. Entre ellos, el Remerón Glass unisex de la colección cápsula de Pablo Bernard. Déjenme que les diga, unisex para alguien que no salía del rosa es una palabra extraña. Y si la suman a un remerón lánguido, estampado en blanco y negro con impronta de arte abstracto, ni les digo. Sin embargo, la intriga de encontrar mi propio andar vistiendo una silueta inesperada me seduce. Esta temporada, me atrae explorar ese límite entre lo femenino y lo masculino, entre lo efímero y lo clásico, entre la transparencia y el cuello con botón.

Complot entiende qué están atravesando sus compradoras y sabe explotarlo. La marca atrae porque viste una edad: esa etapa de la vida en que una empieza a coquetear con sus estilos…En la calle, en la facultad, en el cine, en una fiesta, acompaña y viste una generación que necesita un negocio así. Una marca que no me atrevo a definir, porque como sus compradoras, está en constante evolución. Y cuando las que hoy vestimos de Complot dejemos atrás nuestros días de estudiantes, legaremos a la siguiente generación una propuesta para ellas: canchera y joven.